Personajes Alfonso Diez |
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Surge una posible causa creíble de la caída del avión
Como cascada se han desatado las opiniones en torno a las causas que
determinaron la caída del avión en que viajaba Juan Camilo Mouriño el 4 de
noviembre pasado, pero no pasan de ser eso, opiniones, especulaciones.
Las páginas que en Internet han abierto espacios para recibir
testimonios y puntos de vista suman decenas de miles. Hay manifestaciones de
expertos y también de quienes distorsionan los hechos ofreciendo evidentes
falsos testimonios.
Destacan las publicaciones que con absoluto profesionalismo han dado
cabida a análisis de pilotos experimentados y de diversos peritos, como El
Universal y Reforma, pero por otra parte es lamentable que una revista que en
el pasado fue respetada por su credibilidad, como Proceso, haya caído ahora en
la manipulación de la noticia con cabezas amarillistas que no se sustentan en la nota respectiva como “El turbio
avionazo”, “El sabotaje, posible” y “Complicidad lucrativa”, referida, esta
última, a la misma nota que encabeza en un cintillo la portada y que dice:
“Mouriño: su expediente negro”.
La reseña de un libro de próxima aparición, que basa sus acusaciones
en entrevistas y el tan utilizado “dicen”, sin pruebas que respalden las mismas,
es el punto de partida de la revista mencionada para darle valor a su portada,
“denunciando” la supuesta “parte oscura” del que fuera secretario de
Gobernación. Van de mal en peor.
Vicente Fox era el presidente cuando lo fue a ver Julio Scherer, ex
director de Proceso, para que lo ayudara a resolver la denuncia penal contra su
hijo. Fox le prometió estar al pendiente de que la averiguación se llevara
conforme a derecho y Scherer le respondió: “entonces, borrón y cuenta nueva”,
malinterpretando el ofrecimiento del presidente, que no pudo, “apoyado en la
ley”, ayudar a Scherer.
Luego vino la denuncia penal de la esposa de Fox contra Proceso por
publicar el adelanto de un libro que la difamaba y de ahí en adelante se
desataron los ataques, por parte del semanario, contra todo lo que oliera a
Fox, a Sahagún y al PAN.
Vicente Fox y su esposa son figuras controvertidas, de acuerdo, pero
los ataques por razones personales no tienen cabida en el periodismo
inteligente y honesto.
Sucedió así antes y después de las elecciones de 2006 y sigue a la
fecha. La revista se convirtió, junto con La Jornada, en el medio periodístico
de difusión de Andrés Manuel López Obrador y del PRD. Y de ataque al PAN, a
Felipe Calderón, al gobierno federal.
Éstos medios, junto con El Sendero del Peje ahora, han hecho un
modus vivendi de los ataques que se comentan. Pero, en una enorme proporción,
sin fundamento. Basta ver las encuestas manipuladas de Proceso.
Proceso nació de una injusticia. Tras la desaparición de Política,
la revista quincenal que dirigía Manuel Marcué Pardiñas, solamente quedaba el
Siempre! de José Pagés Llergo. Durante algún tiempo, Mario Menéndez y su
semanario, ¿Por qué?, encabezaron el periodismo de denuncia.
Proceso era la esperanza de seguir contando con información y
análisis serios y creíbles. Pero ahora se desmorona. Como si fueran aparejados
con la desintegración de la izquierda mexicana, del PRD concretamente.
Ya no se puede callar, como hacíamos por respeto a lo que fue
Proceso. El silencio es complicidad y no ayuda a enderezar el rumbo.
Otros periodistas piensan igual, pero no se atreven a hacer público
su punto de vista.
Mario Alberto Mejía Martínez, director de La Quinta Columna, en sus
colaboraciones del 13 y del 14 de octubre de 2008, se atrevió, le leyó la
cartilla a Julio Scherer.
A los que ahora hacen Proceso, les convendría recordar aquél famoso
consejo: “No escribas nunca algo que no puedas decir frente a frente”, y no
sólo porque Juan Camilo ya falleció y no podrán enfrentarlo, sino por la más elemental
ética profesional.
Volviendo al “avionazo”
A las opiniones de expertos que dicen que la causa de la caída del
avión en que viajaban Mouriño y acompañantes pudo ser la turbulencia causada
por la aeronave que iba delante del Lear Jet, al desplegar los alerones para
aterrizar, hay que sumar el recuerdo de otro suceso parecido:
El 12 de noviembre de 2001, dos meses después de los ataques con
aviones que determinaron la caída de las torres del World Trade Center, una
aeronave Airbus A300 de American Airlines (mucho más grande que el Lear Jet de Mouriño),
despegó de Nueva York con destino a Santo Domingo. Iba, igual que el Lear Jet,
detrás de un Jumbo, y entró en la turbulencia provocada por este último. A los
pocos segundos, el estabilizador trasero se desprendió del Airbus y éste cayó
con 251 pasajeros a bordo en el barrio de Queens. Todos murieron y en tierra 5
personas fallecieron.
En el caso del Lear Jet, el periódico El Universal documentó, con
base en las gráficas del radar de la Torre de Control, y en la grabación de la
conversación entre el piloto y el controlador, que el piloto del pequeño jet no
bajó la velocidad como se lo indicaba el controlador de vuelo y se acercó, en
consecuencia, peligrosamente, al Jumbo de Mexicana de Aviación que se disponía
a aterrizar antes que él y desplegaba sus alerones, lo que pudo provocar una
turbulencia que hizo desplomarse al avión en que viajaba Mouriño.
Claro que la causa pudo ser otra. Hay que analizar todas las
posibilidades. Una información apunta que unos días antes acababan de reparar
un motor del Lear Jet (sin
confirmar) en Estados Unidos.
El sabotaje realmente se ve muy difícil, a no ser que haya sido
planeado por James Bond para que sucediera casi al final del viaje, llegando a
la Ciudad de México.
¿Un disparo? ¿Una onda electromagnética? ¿Una explosión a control
remoto?
Suena a mala película de ficción.
Es más fácil un disparo con mira telescópica, o una explosión en
tierra (sin tantas complicaciones).
Pongamos los pies en la tierra y esperemos el resultado de las investigaciones. |